Este título me encanta, no es mío, pertenece a un libro de Educación Experiencial que he releído un montón de veces[1], y me gusta porque explica perfectamente el mal entendido que tenemos en cuanto al manejo de las emociones, en dónde queremos controlarlas, esconderlas, apaciguarlas, negarlas o evitarlas, de todo, menos hacer una gestión adecuada de estas energías que nos acompañan y dan color a nuestra vida.
La mayoría de nosotros ha observado a personas lanzando cáscaras de naranja o corazones de manzana en el monte y cuando se les pregunta acerca de su actitud, simplemente responden que son biodegradables.
Desde el acercamiento de Luckner y Nadler (1992), parece que el término biodegradable tiene una cualidad mágica que hace que instantáneamente las cosas se descomponen o disuelven. Lo que no tenemos en cuenta es el tiempo que tardan muchas de estas cosas en degradarse en la tierra y el cambio o daño que produce en los ecosistemas.

En una manera similar creemos que si emociones como la tristeza, rabia o incomodidad son dejadas a un lado y desatendidas, ellas mágicamente desaparecerán, sin embargo si éstas no se han resuelto son un contaminante para el sistema humano.
Aunque las emociones sean escondidas o se repriman, las personas seguimos influenciadas o a veces cargadas por ellas. El impacto de estas emociones usualmente se ven tarde, y las personas no somos conscientes de que nos estamos intoxicando de muchas maneras.
Estas emociones no son biodegradables a menos que nosotros les pongamos atención.
Lo que hemos aprendido a hacer con nuestras emociones es:


- Dejar que fluyan: Identificar y conocer las emociones.
- ¿Qué estas sintiendo?
- Estar con ellas más que abolirlas.
- Mirar y dejar sentir las emociones profundas en nuestro cuerpo/psique.
Usualmente debajo de cada signo físico, mental o emocional “superficial” se esconde una emoción más profunda. Por ejemplo: los síntomas físicos dejan ver emociones más dolorosas; o lo que nos decimos y lo que le decimos a otros, es reflejo también de emociones potentes; o emociones que nos incomodan sin causa aparente, están viniendo para decirnos algo importante de nuestro sistema emocional, ya que su principal objetivo es mantener el equilibrio de todo nuestro sistema.
Estos signos pueden darnos información y ayudarnos a identificar y conocer nuestras emociones esenciales y profundas.

2. Dejar que te toquen: Realzar (amplificar) y aceptar las emociones:
- Está bien sentir.
- Es saludable sentir.
- No es necesario explicarlo o buscar la causa.
- Es necesario poner el foco de tu atención por un momento en las emociones, y en cómo su energía fluye por tu cuerpo/psique.
- Vive con tus emociones como si ellas vinieran en una ola. Al igual que llegan… se van…
3. Expresarlas: Entregarlas y comunicar emociones.
- Yo siento…
- Me pasa esto…
- Mi cuerpo reacciona de esta forma….
- Yo necesito…
- Puedo dibujar, hablar y darles movimiento, a mis emociones.
Cuando las identificamos, las aceptamos y las expresamos, las emociones pueden ser transformadas, y tal vez de esta manera se conviertan en un maravilloso humus que brinda la nutrición para que algo bello y sano nazca de nuevo en mí.
Por ejemplo, al identificar el miedo a la incertidumbre y permitirle que fluya en nosotros podemos sentir claramente como este miedo se convierte en una buena tierra para prepararnos mejor y empezar a desplegar nuestros refugios y recursos frente a cualquier situación.
O la Ecoansiedad, ese malestar y dolor emocional que experimentamos los seres humanos a raíz de la degradación ambiental y la pérdida de la biodiversidad, propuesto entre otros por Glenn Albrecht[2] (filósofo y ambientalista australiano), puede convertirse, si logramos ver ese malestar y dolor sin juicio, sin patologizarlo, y si entendiéndolo en su posibilidad de reconexión con la tierra, en ECOEMPATIA, desplegando de una forma provechosa todo el amor que sentimos por la tierra.
En esta misma línea la Ecofilósofa y activista Joana Macy [3], nos propone en su metodología el Trabajo que Reconecta, la urgencia de trabajar con las emociones de dolor, miedo y frustración que nos genera el estar habitando una tierra al borde del colapso. Y vemos como al sentir conscientemente nuestras emociones, expresarlas profundamente en espacios contenidos, opera la alquimia emocional, en donde podemos ver con nuevos ojos, porque también estamos sintiendo con cuerpos que tienen espacio para compostar y transmutar lo emocional.
Es así como lo plantea Macy:
- Nuestro dolor es en igual medida amor. Solo lloramos por lo que nos preocupa profundamente. «Bienaventurados los que lloran».
- Al hablar del miedo, también muestras la confianza y el valor que se necesita para hablarlo dentro de una sociedad con miedo al miedo.
- Y aquí nos damos cuenta de que el enojo que expresamos tiene su origen en nuestra pasión por la justicia.
- Y en cuanto a este cuenco, su vacío debe ser honrado también. Estar vacío permite que surja lo nuevo
¿Qué otros ejemplos tienes tú de emociones que, si las aceptamos y expresamos, se convierten en fuente de inspiración?
Por otro lado, y siguiendo con el título de este artículo, veamos diferentes formas y caminos en los que la relación con la naturaleza nos ayuda a compostar y a transmutar nuestras emociones:

- La química del bosque: Muchas plantas y árboles producen compuestos químicos como terpenos y fitoncidas que pueden tener efectos positivos en el estado de ánimo y la salud mental. Estos compuestos pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, y mejorar el estado de ánimo.
- Conexión espiritual: La naturaleza puede ser un lugar tranquilo y reconfortante para meditar y reflexionar. Muchas personas encuentran una conexión espiritual con la naturaleza que les ayuda a sentirse más en paz y en armonía.
- Contacto con la tierra: Algunas investigaciones han sugerido que el contacto directo con la tierra, como caminar descalzo sobre la hierba, puede tener un efecto positivo en la salud física, mental y emocional.
- Exposición a la luz natural: La luz natural, especialmente la luz del sol, es importante para regular el ritmo circadiano y el estado de ánimo. El ritmo circadiano es el reloj biológico interno que regula los ciclos de sueño y vigilia y otras funciones corporales a lo largo del día. Mantener un ritmo circadiano armonioso puede ayudarte a sentirte más descansado, más alerta y mejor preparado para afrontar los desafíos emocionales del día.

LA EMOCIONES NO SON BIODEGRADABLES… PERO SI, SON ENERGÍA QUE FLUYE EN NUESTRO CUERPO/TIERRA Y QUE, SI LAS ACEPTAMOS CON AMOR, GENERAN VIDA Y MOVIMIENTO.
[1] Luckner and Nadler (1992). Processing the experience. Strategies to enhance and Generalize learning. Second edition. Kendall / hunt publishing company
[2] Albrecht, Glenn. (2020). Las emociones de la Tierra: Nuevas palabras para un nuevo mundo
[3] Macy, Joanna y Young Brown Molly. Nuestra Vida como Gaia. La Guía actualizada de el Trabajo que Reconecta. Traductor: Adrián Villaseñor Galarza
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ARTÍCULO ESCRITO POR MARIAN RIOS:
Psicóloga. Magister en Antropopología Social. Psicoterapeuta Transpersonal Integral y Profesora de Danza Primal por la Escuela de Psicología Transpersonal Integral de Argentina – EPTI.
Ecopsicóloga. Representante IES para Colombia.